¡Ay si me hubiese puesto protector solar de joven, otro gallo cantaría! Sé que cada vez que te ves una machita nueva, vuelves a este pensamiento. Si es que la piel no perdona. Tiene más memoria que un delfín.
Y para muestra un botón: mi padre. Mi querido predecesor en sus años mozos se dedicaba a jugar al tenis a las 4 de la tarde en pleno verano. Sin camiseta y sin protección solar. Di que sí, bien de sol en un cuerpo más blanco que la leche. Afortunadamente, mi padre se dio cuenta pronto de los efectos dañinos del sol. Pero el mal ya estaba hecho. Aun llevando más de la mitad de su vida a la sombra que al sol, cada 6 meses aproximadamente le quitan alguna verruga, mancha o lunar, por si acaso.
Me gusta poner este ejemplo porque me parece que es muy claro, no porque sea mi padre. Que no veas ahora mismo las consecuencias de una quemadura solar (aparte de la irritación y dolor que puedas sufrir) no significa que no vaya a tener repercusión.
Volviendo a las manchas. Sabemos cómo evitarlas: protección SPF 50+ todos los días del año. Esta recomendación sirve tanto como para tratarlas, como para prevenirlas. Impides que se pigmente más la mancha al mismo tiempo que evitas que salgan nuevas.
Si estas utilizando algún tratamiento despigmentante sería conveniente que le preguntes a tu farmacéutico (¡Hola!) si es recomendable usarlo en verano. Por lo general, los tratamientos antimanchas son productos fuertes que van despigmentando la piel mediante un limado de la superficie o atacando directamente al melanocito.
La mejor época para aplicarlos es durante el invierno, donde Lorenzo se deja ver menos. Si quisieses utilizarlo también en verano deberás tomar precauciones extra. La piel puede estar más sensible e irritada. A ver si por querer quitar más manchas, te vas a poner otras tantas.
Existen pocos productos despigmentantes que se puedan utilizar también en verano. Los principios activos de estos pocos privilegiados no pueden ser fotosensibles, no les puede afectar la radiación solar.